jueves, 11 de junio de 2009

martes, 27 de enero de 2009

domingo, 25 de enero de 2009

viernes, 23 de enero de 2009

jueves, 22 de enero de 2009

Ciudad (Enero 2009)


I.
La luz opaca llama las miradas
Atónitas, se esclavizan ante un zumbido de esperanza
Parecen atrapadas en trabalenguas, crucigramas, en puzles.

Observan por la rejilla
La luz opaca llama las miradas

Hay en la oscuridad lo imposible
Pero prefieren la luz…
Esa lejana luz que las llama, que las hipnotiza.

¡La aclaman!
A la luz grisácea,
la aman como niño a los juegos y guerras
como nómade al fuego y la libertad
como egonauta al internet y la urbanidad.

Imaginan un mundo tras la tenue luz,
Un espacio de imágenes, colores y degradé
Un deleite supremo para las miradas
Un mar de ojos atentos y gentiles, sin arrugas… con vista al paraíso.

Todo porque el ojo no oye lo que el oído no ve.

La luz nubla la mente, encandila.
Proyección de futuros irreales, sin miedos, sin hombres, sin blanco ni negro, con puros colores y formas que brotan de la nada como las plantas del actual hoy de hoy.

Todo se perturba por un gruñido de fotones
Las miradas se espantan,
Dan sus espaldas a la luz.

Algo aparece en la oscuridad.

Algo ciego insinúa una mirada.

Dice algo que no entienden con la vista.
Cierran, palpitan y estremecen los ojos.
Algunos están rojos por los porros.
Pero no pueden hacer más la vista gorda.

La oscuridad los llama,
La luz se olvida.

La masa negra llama las miradas, se miran entre sí
Y no ven nada.

Alguien pone una tabla en la rejilla,
El mundo se hace irreconocible entre ojos que no ven y tiemblan.

Ahora se acompañan de algo
indefinido, sin colores, con forma…

La luz se olvida.

Así es la bestia que rompe los sueños
El antiparaíso aparece como un rayo negro

La luz se olvida.

Ordena que dejemos atrás la fantasía,

que seamos ciegos como siempre,
que estemos solos como siempre
que estemos como siempre
que veamos lo de siempre
que no toquemos lo imposible
que no toquemos nada
que veamos la oscuridad
que veamos miradas que no ven,
sin siquiera mirarlas

Que olvidemos la reminiscencia
Que quememos las cartas que no vemos
Que nos saquemos los ojos…

¡Sin ojos no lloraremos más!

El antiparaíso aparece como un grito invisible
Deja todo en pedazos,
Con los miedos abiertos
Como luz oscura que obliga a las miradas,
Miradas que vieron más de lo visible,
Que hicieron gris el cielo

Esas que fueron cautivadas por el futuro,
Que alguna vez, lloraron por el subsuelo
Que vieron el mundo en un pilar lejano…

Miradas que ahora,
cautivas en una jaula sin colores;
olvidaron la luz,
sus nombres,
sus Rezos.

II.
Recuerdo cuando vi el brillo
No recuerdo exactamente…
Pero recuerdo que lo vi…
No se como era el brillo
Pero recuerdo que lo vi…

Fue hace vidas atrás,
Quizás, incluso años,
El tiempo es difuso y frágil,
Aquí…
Que todo lo controla la bestia.

El brillo está en algún lugar,
Lo sé,
Pero soy muy perezoso como para buscarlo
Lo vi,
Pero no recuerdo lo que era.

Debió haber sido como…
Una oscuridad con matices,
Con escalas de grises agudos,
Con formas únicas
Debió haber sido así,
Algo palpable y único
Algo que no olvido a pesar de haberlo olvidado.

Todo está en algún lugar,
Pero no veo donde,
Un enigma más dentro de los enigmas de la cloaca.

Ni los terremotos,
Ni derrumbes,
Ni nada nos sacará de aquí.

El subsuelo obliga.
La bestia obliga.
Nuestro patético sentido de supervivencia obliga.
Pero no recuerdo lo que era.

Algo me llamaba,
Estoy seguro
Soy sumiso a los llamados,
Soy el esclavo de los llamados,
Pero soy de la bestia.

Algo en otra dirección llamaba.
Algo que desvelaba mis ojos abiertos por el café,
Algo que recuerdo que vi,
Pero no recuerdo qué es ver…

Eso que nuestra religión de espanto llama el brillo.
Eso que vi pero no vi.

Eso que me sacudió en otra vida que era esta,
Que me dejó marchito,
Que me marcó por siempre con sed.

Agggh! (Enero 2009)

(¿)Are nous nosotros? (Enero 2008)

Grito (Junio 2007)



Estoy desesperado en mi andar;
Busco la semilla que haga nacer en mí un verso...

Con un zumbido irrumpe el primer trueno
Frágiles veo las ramas sacudidas por el viento
El remezón hace a un niño llorar

Belleza siembra la lluvia
Mientras las gotas que caen me traen sed de tiempo

No hay vuelta atrás
No existen minutos por comprar
Del nacimiento fluyo hacia un paraje en el misterio

Sopla la brisa entre el ruido de los autos;
Todo se mezcla en la más extraña de las cacofonías

Percusiones brotan desde el cielo;
Coloridos paraguas desfilan como acompañamiento

En mi libro en blanco atrapo lo que veo
Mas, se van agotando las hojas del cuaderno
La tinta se corroe con la lluvia...

Me alimento de dicha gracias al frío que refresca y da vida;
Entre los matorrales brota un camino hacia un templo...

Mas la moto irrespetuosa hace callar al trueno...

Mueren las hojas,
se pierden los últimos residuos del otoño....

Oigo la luz del camión...
Veo el ruido de su motor...
y...

¡En bomba se convirtió el trueno, que cae como un rayo!
¡Huyen las aves alborotadas por el estruendo!

La lluvia hace metamorfosis;
Se transforma en indecisión entre agua y granizo

¡Es a la poesía a quien he invocado!
¡Es ella en su glorioso esplendor la que ahora me lleva!

¡Los autos chillan!
Sus alarmas escandalosas creen que el trueno les ha de robar

¡Ahora es otro rayo y otro trueno!
¡Un nuevo ataque del clima de lo inesperado!

¿Será todo esto obra de la magia de escribir para el viento?
¿Será tal vez por la fuerza de caminar de la mano con un verso?

Las melodías del cielo se arrullan;
La furia del león se apacigua

Se diluyen los último lamentos del trueno;
Maquinas intentan aplacar lo que en el suelo quedó

De mi boca sale niebla y un suspiro tras el más puro éxtasis;
El de sentir a la naturaleza hablar y enmudecer

Ahora todo está en calma...
El grito citadino se acabó.