jueves, 21 de febrero de 2013

Move-anza


Se escucha: embala el destino y ponlo a rodar.

La escisión del hogar se da por medio de cajas. Cajas con cosas, cajas con basura, cajas vacías, cajas con cajas. Todo predispuesto a correr por la ciudad despertando. Se moviliza un mundo que acapara un trozo de la referencia geográfica en la que se somete. Esas cajas, esas cosas, existen. Su devenir no es sólo apariencia constructiva, su existencia es real, sus relaciones son las que les dan sentido. Por sí solas no valen nada, quizás, bien posible es que ni siquiera logren posicionarse como apariencias. Pero más que símbolos, allí están, como partículas de vidas tanteando un nicho.

Entonces: embala el destino y ponlo a rodar.

La referencia circulante pasea por la ciudad, nos pasea, la paseamos. Se mueve por medios materiales y sus contenidos son, a su vez, elementos materiales. Ya no vale la pena distinguir entre sustancia y forma: son ambas materiales, eso es todo. Todas se constituyen de aquello que las yergue. El sentido se da en las asociaciones en esta cadena referencial: el sentido es uno y múltiple; se dispersa frente a nuestras narices.

Embalado el rodamiento, se encaja, huye rotando en un destino adaptado al movimiento.

Se llega. Las materias buscan sus sitios. Huyen de sus cajas, tantean sus espacios y gritan de felicidad.